EL DÍA QUE CAPITÁN CRUNCH HIZO TEMBLAR A LA BELL TELEPHONE

Hoy va de batallitas.  Para contar esta historia tenemos que remontarnos a los años 60, en los inicios de la historia del hacking

JoyBubbles, el Phreaker
que asustó a la Bell Telephone
En aquellos tiempos, la propia empresa Bell Telephone había publicado  algunos artículos donde hablaba de los procesos de enrutamiento que utilizaban sus líneas telefónicas.  Incluso, llegó a confesar las frecuencias de sonido que usaban las teclas de los teléfonos para marcar los números.  Esto, que hoy día nos puede resultar baladí, en aquellos tiempos era fundamental, pues las operadoras de la compañía podían realizar llamadas gratuitas, simplemente marcando un código determinado (secreto, claro).

Y es en estos instantes cuando entra en escena uno de los primeros háckers de la historia, Josef Carl Engressia Jr., alias Joybubbles.  El protagonista de nuestra anécdota había nacido ciego y con un cociente intelectual estimado en 172.  A los 9 años de edad, en una caja de cereales Captain Crunch, obtuvo un silbato de juguete. Todo habría quedado en una mera anécdota, pero resultó que Josef se encariñó con el silbato, y dado que poseía también un gran oído musical, era capaz de sacar del mismo toda una gama de sonidos. Con los años adquirió una simpática costumbre, y es que cada vez que telefoneaba a su abuela, a modo de saludo, tocaba con el silbato una serie de notas.  Con el paso de los meses descubrió con asombro que todas las llamadas que dirigía  a su abuela le salían gratis.  Sólo tuvo que sumar dos y dos para darse cuenta de que aquellos sonidos, esa clave cariñosa que tenía acordada con su abuela, por un azar del destino, coincidía con los tonos de la secuencia que las operadoras usaban para llamar gratuitamente. 

Modelo primitivo de una típica
BlueBox de aquellos tiempos. El extremo se
colocaba en el micrófono del teléfono,
se marcaba y... ¡milagro!
La anécdota se hizo pública, y otros háckers como Joe Drapper (Captain Crunch), Bill from NY o Bel Decibel, desarrollaron lo que se conoció como BlueBox, que era un aparatito con el que todas las llamadas te salían gratis, pues generaba electrónicamente los pulsos adecuados.  Con el tiempo aparecieron otro tipo de cajas mágicas a las que se adjudicaron otros colores (OrangeBox, GreenBox, SilverBox...) y que servían para otras labores, como por ejemplo, enmascarar el teléfono del remitente o hacer que el destinatario pagara la llamada. Uno de los locos de la BlueBox fue el famoso Steve Wozniak, fundador de Apple Computer, el cual, en cierta ocasión, telefoneó al Vaticano haciéndose pasar por Henry Kissinger. Su intención era hablar con Pablo VI, pero no sabía que el Papa nunca se pone al teléfono, por cuestiones de protocolo, y que hasta los jefes de estado tienen que pedir al secretario papal una cita telefónica.

En todo caso, no os ilusionéis demasiado con la existencia de las cajas de colores. El advenimiento de los teléfonos digitales acabó con ellas.  Para llamar gratis los Phreakers (háckers telefónicos) usan otros sistemas. Pero de eso... hablaremos otro día.

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